Por su parte, Rafael Correa derivó dineros del Estado para atacar con propaganda la marcha indígena, pero cuando no funcionó la persuasión usó la compra de conciencias repartiendo bonos, créditos y tierras para intentar "desinflar" la marcha, cuando esto no funcionó utilizó la disuasión, convocó a sus seguidores -en un amago de amenaza garroteril- a marchar durante el mismo día en que los "los golpistas" lo harían... y vinieron, vino una masa apática de turistas poco revolucionaria, una masa aburrida que lo mismo le daba si los hubiera pagado Sociedad Patriótica o Abdalá Bucaram, vinieron y vendrán, cada vez menos porque ya conocen la ciudad, ya conocen a los títeres en el escenario y sus consignas huecas, mil veces repetidas y cansonas.
Desde temprano operaron helicópteros militares y policiales para monitorear el recorrido de la marcha, y no gustó nada lo que se vio: miles de ciudadanos de poncho y leva, con plumas o gorra, acudieron a la multitudinaria marcha. Más de uno en el gobierno tuvo un sudor frío y otro más habrá tragado saliva, preocupados claro de la más pequeña posibilidad de perder sus privilegios. Y se movilizaron. Se movilizó de urgencia a policía y militares para acordonar la Asamblea Nacional y edificios estatales importantes. Lo demás ya es evidente en el video: miles de efectivos, helicópteros, perros, caballos, carros antimotines, francotiradores, etc.
Y todo lo actuado por Correa se hizo en base a un solo factor: miedo.
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